Santa Rosa de Lima, haciendo gala de una gran modestia, practicó la caridad con todos, especialmente con los pobres y enfermos. Con el permiso de su familia dispuso de un espacio de su casa para acoger dolientes, entre los que había esclavas, criadas y mujeres indigentes. Cuentan los testigos de su vida que, además de ocuparse de la salud corporal de sus pacientes, los persuadía y alentaba a vivir las virtudes cristianas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario