domingo, 8 de enero de 2012

LA CARIDAD

La Caridad
Como ustedes no tendrán ningún interés material, puesto que harán todo gratuitamente y sin retribución alguna, sólo la caridad las hará actuar en todo y en todas partes. Ejercerán las obras de misericordia con todo el mundo, tanto las obras espirituales como las corporales.

La primera obra Espiritual de misericordia es Enseñar a los ignorantes. Esa será la función principal de ustedes. La ejercitarán no solamente con los niños, sino con todos los que no estén suficientemente instruidos. Cuando tengan razones para creer que una persona ignora los principales misterios de la fe o las otras cosas necesarias para la salvación, se los enseñarán a manera de conversación.

El segundo deber de la caridad espiritual es Corregir a los pecadores. Ustedes lo ejercitarán con los niños que tengan a su cargo. Y se informarán sobre los vicios que reinan en el lugar donde estén y los combatirán con la palabra y con el ejemplo.

El tercer deber de la caridad espiritual es Dar consejos a los que los necesitan. Para esto hay que conocer bien a la persona a quien se aconseja, porque si no se conocen perfectamente sus disposiciones, vale más callar que exponerse a decir cosas que harían más mal que bien.

El cuarto deber de la caridad espiritual es Consolar a los afligidos. Cuando sepan que una persona tiene una pena, vayan a consolarla; exhórtenla a sufrir con paciencia y resignación, y aprovechen la ocasión para hacerle algunas advertencias saludables.

La quinta obra de caridad espiritual es Sufrir las injurias y perdonarlas, y soportar los defectos del prójimo. Acuérdense de este deber cuando los padres y las madres y los niños no les paguen las penas que ustedes se toman por su educación sino con ingratitudes, reproches, críticas y murmuraciones. Sufran todo eso y ofrézcanlo a Dios por la salvación de sus almas. Esto les servirá más que los bellos discursos que ustedes puedan hacerles.

El sexto deber de la caridad espiritual es Orar por los vivos y por los muertos, particularmente por los enemigos. Sin la oración, todo lo que ustedes digan será inútil. Es de fe que no podemos obtener nada para nosotros ni para los otros sin el socorro de la gracia, y el medio de alcanzarla es la oración. Oren pues sin cesar.

En cuanto a las obras Corporales de misericordia, harán en los campos más o menos lo que nuestras Hermanas de la Caridad hacen en las ciudades, mientras sea compatible con la instrucción de los niños que es el deber esencial de ustedes, excepto cuando una necesidad urgente las obligue a interrumpir la escuela para prestar algún pronto socorro.

Como ustedes mismas son pobres, sé que no podrán ayudar a los desposeídos con recursos propios; sin embargo, si comparten con ellos lo poco que tengan, la caridad se hará más agradable a Dios que la de los ricos que dan de su abundancia.

El medio de que ustedes se servirán para ayudar a los pobres será presentar sus necesidades a quienes puedan socorrerlas y solicitar a los ricos con qué aliviarlas. Pedirán por ejemplo tela para vestir a los huérfanos. Podrán también tomar una pobre huérfana en casa de ustedes, para instruirla y educarla, rogando a alguna persona caritativa que les dé con qué alimentarla.

Cuántas buenas obras se pueden hacer cuando se tiene caridad!

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